ANDREA CAMILLERI GANADOR DEL II PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA NEGRA RBA

 

Declaraciones Andrea Camilleri

REALIZADA 3 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

Declaraciones AC

 

AC: “...Dios mío, creo que a cualquier persona del mundo le haría feliz recibir un premio. En este caso concreto estoy todavía más contento porque se trata de una selección internacional. Es decir, esta novela mía que ha ganado el premio y que tiene un título intraducible, La rizzagliata, ha recibido un premio de una editorial no italiana. Ahora bien, desafortunadamente en Italia los grandes premios dependen en realidad de una política editorial muy concreta. Este año, por ejemplo, el Premio Strega, que es un premio que seis meses antes ya se sabe el nombre del ganador, porque hay rotación entre editoriales, este año por fin dio señales de cambio premiando a un joven de 26 años, un físico que ha escrito una novela extraordinaria que se llama La solitudine dei numeri primi. Finalmente parece que lo que parecía una costumbre italiana se está rompiendo... Deseo que esto que pasa en el extranjero pueda pasar también con los premios en Italia. “

 

Esta novela, en realidad, más que una investigación de un asesinato o de un hecho de sangre, como siempre pasa en las novelas policíacas o negras, como decís vosotros, es la investigación de un aspecto concreto de la realidad siciliana de hoy, de nuestros días. Intenta desvelar ciertos mecanismos económicos y políticos que no están lejos de la realidad siciliana de hoy. Hay muy poca ficción, creo.

 

...Refleja la Sicilia actual, no tengo ninguna duda. Aunque crea que a mis paisanos un libro así les puede doler, el 90% de la Sicilia de hoy es en realidad así. ¡Es así! Y no sólo Sicilia. En este punto estoy obligado a defender un poquito mi tierra. Quiero recordar una pequeña anécdota sucedida en el avión que llevaba a los jefes de Estado del G-8 a no sé dónde... Los Estados Unidos distribuyeron una biografía de los jefes de Estado. Cometieron un terrible error. La biografía de Berlusconi e Italia hablaba de un país de vicio y corrupción. Pidieron disculpas, pero el error estaba hecho. Pregunta: ¿era un error?

 

...¡Siempre! Usted se ha fijado en dos casos que están en la base de mi novela. Hay un tercero, demasiado reciente para ser... He intentado esconderlo mucho, este caso más reciente. Siempre son intrigas... El caso de la Montesi se trató de una muerte más o menos natural que fue aprovechada políticamente de manera innoble. En lugar de esto, en mi novela se trata de un asesinato del que todo el mundo intenta aprovecharse. El milieu en el que se desarrolla, el ambiente, es un ambiente de periodistas, un ambiente bastante culto, atento a lo que pasa a su alrededor. No creo que sea tanto. ¿Cómo lo podría decir...? Tal vez sea poco habitual en Italia, pero muchas novelas de Estados Unidos, por ejemplo, se desarrollan en un milieu burgués y culto. En el fondo, también Pepe Carvalho, en el 99% de los casos, investiga en un ambiente de personajes ricos... No es tan insólito.

 

Son nuevos territorios por explorar. Es decir, llegado a la edad de ochenta y tantos años —tengo 83—, resulta que uno tiene unas ciertas ganas de cambio. Esto son pequeñas muestras... Es decir, salir de los muros de Vigàta para situar la acción narrativa en Palermo. Pero creo que también me estoy moviendo respecto de mi manera de escribir. Estoy experimentando nuevos caminos. Estoy harto de seguir siempre las mismas dos autopistas. La autopista de las novelas históricas y la autopista de Montalbano. Llega un punto en el que uno ve que hay desvíos que te llevan a puestos absolutamente nuevos y desconocidos. ¿Por qué no tomarlos? Es lo que estoy haciendo. Desgraciadamente, en una edad avanzada. 

 

...A ver ...Soy lo bastante viejo como para haber vivido durante un cierto periodo de mi vida bajo el fascismo. El fascismo era el mejor de los mundos posibles, como lo era el comunismo y otras dictaduras. Y en el mejor de los mundos posibles no hay asesinatos. Así, los diarios de entonces no hablaban de asesinatos. Piensen que incluso los pocos escritores de novela negra de entonces ambientaban sus historias, aunque fueran italianos, digo, en Hungría, vaya a saber por qué. Esta pobre Hungría era peor que Chicago en los tiempos de Al Capone. Ahí había tal cantidad de asesinatos... Todos ahí. Y esto porque en Italia estaba prohibido hablar estas cosas. Hoy, creo, es al revés. Se habla demasiado. En cuanto hay un homicidio —no hablo tanto de la prensa escrita como de la televisión— se organizan mesas redondas e inmediatamente aparece el eminente criminólogo y el juez de turno que condenan o absuelven al culpable del delito de inmediato. El proceso se celebra antes en la tele, cosa un poco absurda. Cuando hay un suceso, decenas de periódicos y de televisiones me preguntan por mi opinión y yo me niego a darla. No lo he hecho en mi vida y no lo haré, porque sólo puedo dar mi opinión sobre un asesinato después de haber leído las 20.000 páginas de la instrucción. Y aun así siempre habrá una duda. No creo que deba juzgar, de ninguna manera, a un semejante mío. Una vez me eligieron para ser parte de un jurado del tribunal de apelaciones, los que una vez condenaban a muerte y ahora ya no. Fui a hablar con el magistrado y le dije “No quiero hacerlo”. Me respondió: “No puede no hacerlo. Lo debe hacer”. Y yo contesté “No quiero”. Y el juez: “Pues lo hace igualmente”. Entonces lo hablé con un amigo y él me dijo: “Oye, tú no eres un funcionario público”. Yo dije que no. “Entonces llamamos a un médico y le pedimos que te firme un certificado donde diga que estás loco. Así no tendrás que formar parte del jurado”. Bueno... Existe en alguna parte un certificado donde dice que estoy loco. Lo pedí a propósito para no formar parte de un jurado que condenaba a una persona.

 

A ver... Si el intelectual tiene alguna fuerza como persona que piensa y pronuncia una opinión, no puede hablar sólo de su ombligo, en mi opinión. Sinó que debe hablar de la sociedad que le rodea. Así, se puede hablar de muchas maneras. Se puede hablar como en los tiempos del engagement de Sartre, escribiendo novelas políticas... pero las novelas políticas, como género, no suelen ser buenas novelas. Tal vez sean como una llamarada, duran una mañana y ya está. Están demasiado entrelazadas con la política. Pienso que, para un intelectual, existen dos tipos de compromiso. El primero, con la propia escritura. Escribir bien. Escribir todo aquello que uno siente que tiene que decir. El otro es escribir artículos en los diarios, como hago yo, independientemente de mi literatura, que en cierto modo también está comprometida... Y esto para explicitar las ideas más que a través del medio novelístico. Mis posiciones políticas son clarísimas, creo. Sostengo y seguiré sosteniendo hasta el fin de mis días que lo de Berlusconi no es política, es otra cosa. Es un fenómeno único. Que hablar con él de política es como hablar de política con un marciano. Soy un hombre de izquierdas, siempre lo he dicho. Acepto hablar de política con un posfascista como Fini porque yo y Fini tenemos el mismo vocabulario. Solo que él utiliza unas palabras y yo otras. Pero el vocabulario es el mismo. Podemos entendernos en la discusión. Con Berlusconi no hay lenguaje humano con que comunicarse.

 

Existe la llamada literatura policíaca mediterránea que ha hecho un buen trabajo. Hablo de Manolo Vázquez Montalbán, de Petros Markaris en Grecia, de Chraïbi, un autor magrebí muerto recientemente. Hay muchos. Porque lo que en realidad ha sucedido ha sido que las enseñanzas de Hammett y Chandler se han transferido por fin a Europa, donde la anécdota policíaca tiene tanta importancia como el contexto de la sociedad donde acontece el asesinato o la anécdota policíaca en cuestión. Esto significa que las novelas policíacas europeas tratan al mismo nivel el hecho policíaco y el análisis de la sociedad que ha generado este delito. Por ejemplo, hoy por hoy se puede entender mejor la Marsella multiétnica leyendo las novelas de un escritor ya muerto como Jean-Claude Izzo que no leyendo ensayos sobre la situación de Marsella. Hoy nosotros conseguimos hacer pasar una crítica a la sociedad a través de la novela policíaca.

 

Éramos amigos, nos escribíamos muchísimos fax. Nos encontrábamos siempre con verdadero placer. Como es sabido, bauticé Montalbano en un homenaje a Manuel Vázquez Montalbán, que me había dado a través de una novela suya, El pianista, la idea para estructurar una novela mía no policíaca, El birraio di Preston. Entonces decidí... Montalbano es un apellido siciliano muy común. Así mataba dos pájaros de un tiro. Utilizaba un apellido siciliano y al mismo tiempo rendía homenaje a Montalbán. Un homenaje que me fue devuelto, porque mi traductor catalán, Pau Vidal, ha publicado una novela policíaca y el protagonista se llama Camiller. Cosa que me ha hecho mucha ilusión. Debo decir de Manolo... Una tarde, el cartero me entregó a las cinco un libro de Manolo que se acababa de traducir al italiano. Se titulaba Happy End y yo me dije, “esta noche lo leo...” Pues bien, esa noche, a las ocho, escuché en las noticias de la tele que él había muerto en Bangkok. Debo decir que fue una coincidencia que me dejó tocado... Aun así, él me había venido a decir que había sido un happy end.

 

 

Agradecimientos

 

Agradezco la concesión de este premio de la editorial RBA por diversos motivos. Primero, porque este reconocimiento del extranjero me convence todavía más que soy escritor. Yo soy lento de reflejos. Me di cuenta de que estaba casado cuando nació mi primera hija. Y entonces, como podría decirlo, un reconocimiento que viene del extranjero me convence de que, malgré tout, soy escritor.

La segunda cosa que quiero decir y que me honra es que este premio viene de una editorial con sede en Barcelona, una ciudad que amo de verdad y en la que he estado en varias ocasiones en circunstancias diversas. Por ejemplo, la primera vez fui en tanto que profesor de dirección de la Academia de Arte Dramático en un intercambio con el Institut del Teatre de Barcelona.

La tercera cosa que quiero decir y última es que me disgusta profundamente no poder aprovechar esta oportunidad para regresar a esta ciudad espléndida, que conocí con un guía incomparable, Manolo Vázquez Montalbán...

Gracias de nuevo, de corazón.