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El olor de la noche

El otoño ha regresado a Vigàta con algunas sorpresas. Mimì Augello, el brazo derecho del comisario Salvo Montalbano, ha tirado la toalla y está a punto de casarse. Mientras tanto, después de una serie de desgraciados incidentes, consecuencias de una falta de interés flagrante en el objeto de la discordia, el suéter que Livia regaló a Montalbano ha quedado reducido a un tamaño infantil, lo que desata una furiosa reprimenda fundamentada en la eterna y archiconocida teoría psicoanalítica. En resumen, todo apunta hacia una realidad insoslayable: el tiempo transcurre sin piedad ni descanso y las cosas ya no son como eran.

Cuando Simenon entregó las primeras historias de Maigret a su editor, Arthème Fayard, le contestó que eran "impublicables". Luego le llovieron las críticas (paralelamente a la fama): que era un policía blando, que no usaba pistola, que apenas había tiros, que ¡no llevaba bigote!,… Para acallarlas todas escribió Las memorias de Maigret, en donde se despacha a gusto de todas esas críticas.

Camilleri hizo algo parecido cuando escribió "Montalbano se rebela", publicado en España en el volumen titulado La Nochevieja de Montalbano . En el relato hay todo aquello que falta, según las críticas, en sus novelas: violencia, racismo, intimidación policial, viejos violadores,… Hasta que, el propio Montalbano, en un arranque de ira metahistórico, sale del relato y se enfrenta al autor. No se trata de una rebelión existencialista como la de de Augusto frente a Unamuno , es más bien un ajuste de cuentas con los críticos.

Para éstos, Camilleri es "un escritor fácil", su comisario es un bonachón y un policía atípico, además se repite en sus narraciones. Montalbano no acepta esta nueva línea y le advierte a Camilleri que, si continúa por ahí, no cuente con él. Es decir, el autor nos indica que éste es su personaje y este es su tratamiento, el que quiera que siga con él, y el que no, que no lo lea. Ventas y fama suben a la par que las críticas. Por eso ahora nos regala una nueva historia de Montalbano en la que utiliza un relato de William Faulkner para montar una historia paralela entre Emilia y Mariastella.

La historia es sencilla y actual. A Vigàta llega un Don Juan homosexual y estafador, "guapo y elegante como un héroe de película americana" llamado Emanuel Gargano, que monta una empresa para "dar la fortuna y la felicidad" a los ahorradores, es decir, para estafarles su dinero, llama a esa empresa, como no podía ser de otra manera, Rey Midas . Un día Gargano desaparece llevándose el dinero de sus clientes. Para unos había sido una simple estafa, para otros un ajuste de cuentas de la Mafia, para otros se encontraba ahora en una isla de la Polinesia disfrutando del dinero, para otros, entre los que se encontraba Mariastella, habría sufrido un accidente y era necesario esperar, seguro que volvería.

Como en todas las historias de Camilleri el humor juega un papel de primera instancia. Personajes como Catarella, que sigue perfeccionándose él, personalmente en persona, el guapo de Mimí Augello, a las órdenes de Montalbano en el que crea una mala conciencia entre celos y aciertos, pero al que realmente aprecia. Otros nuevos como el encargado de investigar la desaparición del contable Gargano, el comisario Guarnutta, un "gran especialista en estafas", que había sido engañado con la compra de acciones de una empresa que iba a construir un complejo hotelero en el lugar en el que se encuentra el Coliseo, cuando este fuera privatizado. El fiscal Tommaseo, que va a la zaga de Zito, el periodista amigo de Montalbano. En esta ocasión, sin embargo, no aparece la bella sueca Ingrid.

Tampoco podían faltar las referencias a su época. Como la realizada de forma crítica a la necesidad de invertir en bolsa, aunque siempre bajo la asesoría de gentes enteradas, porque entre "el Nasdaq, el Dow Jones, el Mibtel, la Pollatel,…" uno queda ciertamente desorientado y no sabe qué hacer, "la gente se impresiona, no entiende ni torta, sabe que se corren riesgos pero que se puede ganar, y se arroja en brazos del primer estafador que pasa". Tampoco faltan las referencias a la Mafia: un arma poderosa que personas como Guarnotta, "los jueces, los policías y los carabineros que ven la mafia donde no está y no la ven donde está" ayudan a cargar.

No cabe duda de que Camilleri es siciliano, producto de este tiempo y de esta "tierra avara de verdor y de hombres avaros de palabras" y ni quiere ni puede huir de ella. Así, humor, ironía, metáforas,… literatura, en una palabra, están marcadas por ese contexto social que nuestro autor ama profundamente.

Esta historia también nos conecta con sus miedos. Y lo hace a través de un jersey. Se trata de un regalo de Livia, la novia de Montalbano que vive en el continente. El policía mete la ropa, incluido el jersey, en la lavadora. La prenda ha encogido de manera que se ha vuelto inservible y no la puede poner. ¿Qué hacer? Es un regalo de Livia y ella le dirá que no tiene cuidado con sus cosas. Una forma de despreciarla. Piensa en quemarlo, en arrojarlo al mar, en enterrarlo,… Es el miedo al matrimonio. Una y otra vez Montalbano ha dado largas a su amada. Además se añade a todo ello el próximo matrimonio de Mimí Augello, al que el comisario y su novia están invitados. Quizá sus miedos se basan en la recomendación de Chandler: "Un buen detective nunca se casa" y, entonces, son los miedos de Camilleri. Sin embargo es evidente que desde el principio de la novela negra americana, las cosas y entre ellas la literatura, han cambiado mucho.

Un episodio antiguo vuelve a salir a colación, sin que por ello nosotros nos hagamos eco de la acusación de que Camilleri se repite. Nos referimos a François, el hijo de la prostituta tunecina . Necesario para poder criticar duramente los cargos burocráticos de la policía. El Director General ha encontrado el caso de François y acusa a Montalbano de haber procedido mal haciendo que el niño sea adoptado ilegalmente por la hermana de Augello y quedándose con quinientos millones de liras. Montalbano, además de demostrar que actuó correctamente, legalmente y con los documentos apropiados que así lo acreditan, aunque de forma un tanto despistada, demuestra también que el Director General es un inepto.

Queda, por último, hablar del paralelismo entre Emilia y Mariastella. Camilleri se ha basado para esta historia en un relato de William Faulkner llamado "Una rosa para Emilia" . La historia de Emilia Grierson es muy triste y el genial autor de Nueva Albany nos la cuenta en primera persona del plural, pues es todo el pueblo el que participa en ella. Una joven que, si bien no era hermosa, nadie le hacía ascos, mucho menos cuando era un buen partido. Pero su padre la empujó a la soltería.

Desde que su madre murió, ella se dedico por entero a su padre convirtiéndose en su sombra. La imagen que se tenía de ellos era "al fondo la esbelta figura de la señorita Emilia, vestida de blanco; en primer término, su padre, dándole la espalda, con un látigo en la mano, y los dos, enmarcados por la puerta de entrada de la mansión". Fue rechazando a todos los pretendientes convirtiéndose en un ser odiado por los jóvenes. Por eso, cuando él murió, muchos se alegraron de que Emilia quedara al borde de la ruina. Ella tardó tres días en aceptar la muerte de su padre, cuando ya los habitantes del pueblo pensaban forzar la entrada de la casa. Desde entonces no salió apenas de casa y, poco a poco, se convirtió en algo misterioso. Llegó al pueblo la modernidad y, con ella, las obras y con esas obras un capataz con don de gentes, joven y hermoso del que se enamoró. "Pobre Emilia", murmuraba la gente, pensando que su soledad iba a ser duramente acentuada. Y así fue. Homer Barren, el capataz, desapareció. La soledad, efectivamente, se aceleró, pero ahora acompañada de una tragedia casi a lo griego, que se desvelaría cuando Emilia muriera. Entonces el polvo del olvido ya no pudo sepultar los recuerdos por más tiempo y todos, horrorizados, pudieron comprobarlo.

Camilleri recoge el relato y lo traslada a su Sicilia natal, más concretamente a su fantástico pueblo de Vigàta. Convierte las iras y lamentos de sus habitantes contra Mariastella (Emilia) en elementos de jocosidad que, curiosamente, acentúan la soledad al convertir a dicho personaje en algo muy alejado de los demás, incluso de su maestra y tía Clementina. Mariastella siempre tuvo una personalidad difícil que se acentuó cuando murió su madre contando ella quince años, momento en que ya sólo vive para su padre, que muere cinco años más tarde. Tarda tres días en darse cuenta, igual que Emilia. Luego apenas sale. Cuando llega a Vigàta el guapo Gargajo, se enamora de él y éste sabe aprovechar la circunstancia. La pobre Mariastella tiene entonces sus días de gloria aunque nadie pronunciará un lamento… "pobre Mariastella" y, cuando el contable desaparece, ella lo espera incansable y silenciosamente.

Nadie lamenta: "pobre Mariastella", todos se ríen de ella y, lo mismo que a Emilia, el polvo de la sinrazón la va cubriendo de justicia. Porque tanto Emilia como Mariastella hacen justicia con el pasado, aunque quizás sería más acertado decir… con el futuro.

Al final las dos historias coinciden y se juntan con sus miedos antichandlerianos con el jersey, con Barren, Gargano y con la justicia que se tapa los ojos por no decir la razón.

El cansancio y la desesperación hacen suspirar a Montalbano un sentido… "Menos mal que está aquí".

El olor de la noche es un canto a la vida y a la esperanza. Es un grito de socorro contra la soledad y una llamada a la solidaridad. Es, ¿por qué no? Un poema mediterráneo. Con el azahar, espliego, romero, tomillo,… al fondo y un acebuche salvajemente descuartizado, otro pago más a la sinrazón de un progreso salvaje.

Enrique Bienzobas Castaño





Last modified Wednesday, February, 16, 2005