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El Perro de terracota

'Si 'Un mes con Montalbano' supuso una espléndida ocasión para adentrarse en el peculiar universo del comisario Salvo Montalbano, en esta primera novela del mismo personaje publicada en castellano el lector tendrá ocasión de conocer mucho más a fondo la rica personalidad del melancólico investigador siciliano. Diversas tramas surcan las páginas de este libro. Un robo absurdo en un supermercado, el encarcelamiento un tanto estrambótico de un capo de la mafia, un asesinato cometido durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a pesar de la firme determinación con que Montalbano afronta la resolución de estos casos, su auténtica pasión es descifrar el contenido simbólico que encierran. 'Todo crimen conlleva un mensaje, la cuestión es conocer el código de quien lo ha escrito.', le recuerda un excéntrico sacerdote al comisario. Así, el principal protagonista de esta novela -como de todas las que protagoniza Montalbano- es su particular forma de concebir el mundo. Los gestos, los detalles, las apariencias cobran un papel relevante, y el lenguaje se convierte en un instrumento clave para entender la realidad. Unas pocas pinceladas, unas breves palabras le bastan a Andrea Camilleri para dibujar un profundo retrato de cualquier personaje. Su especial destreza en obtener la complicidad del lector, dejando sutiles huellas que sirven de potencial punto de encuentro, no es ajena al extraordinario éxito que ha cosechado con la serie de novelas del comisario Montalbano, verdadero héroe popular en Italia.

Domingo 26 de diciembre de 1999 Perro de terracota VICENTE BATTISTA Los héroes de las novelas policiales no suelen ser policías. Si exceptuamos a Francia y a su infalible comisario Maigret, el resto de los países tiene por héroes emblemáticos a detectives privados. Inglaterra luce a Sherlock Holmes, Estados Unidos se enorgullece con infinitos nombres (Sam Spade, Marlowe o Lew Archer), España ofrece un detective de reciente data: Pepe Carvalho, e Italia, que hasta hace poco contaba con Duca Lamberti, un médico devenido investigador, ahora incorpora al comisario Salvo Montalbano, que trabaja y vive en Vigàta, un pueblito costero de Sicilia. Andrea Camilleri, el creador del comisario Salvo Montalbano, también es siciliano: nació en la provincia de Agriento hace 74 años. Entre otros trabajos, Camilleri produjo la serie del inspector Maigret para la RAI. No sorprende, entonces, que Montalbano tenga algunos rasgos similares a los de Maigret. Es de humor cambiante, igual que el policía de Simenon, y como éste cuenta con chispazos de formidable lucidez que le permiten distinguir el nudo del conflicto y resolver los casos en un abrir y cerrar de ojos. Camilleri tampoco disimula su admiración por Manuel Vázquez Montalbán. Montalbano es el apellido de su comisario, quien, además, es un lector entusiasta de las aventuras de Pepe Carvalho. Como Carvalho, Montalbano es ácido en sus juicios y exquisito en sus comidas. Estas similitudes de ninguna manera lo desmerecen. A partir de ellas, Camilleri supo darle características propias a su personaje y logró que desde la lejana Sicilia se convirtiera en una figura popular en toda Italia. El comisario Montalbano es poco amigo de los alborotos, aunque fatalmente todos los casos que caen en sus manos se transforman en alborotos. El perro de terracota puede ser un buen ejemplo. Todo comienza cuando Gegè Gullota, vendedor al por menor de droga blanca y organizador de un burdel al aire libre", le lleva un insólito mensaje al comisario. Gaetano Bennici, llamado Tano El Griego, capo de la mafia, desea tener una reunión secreta con Montalbano. El motivo es casi tan insólito como el mensaje: Tano El Griego pide ser arrestado con el propósito de salvar su vida. Se lleva a cabo la comedia del arresto, pero ni con eso El Griego puede eludir la condena mafiosa. A partir de su muerte se desencadenará una serie de hechos policiales. Por una parte, asaltan un supermercado y roban mercadería embalada en cajas de cartón, las que aparecen horas después en una calle de la ciudad. Por otra parte, el cavalieri Gerlando Misuraca, hombre de la primera hora del fascismo, muere en un extraño accidente de tránsito. Estos episodios aparentemente no tienen por qué estar ligados entre sí. El comisario Montalbano encontrará el enlace. El robo al supermercado no fue un inocente asalto sino la fachada que escondía un poderoso contrabando de armas. En ambos casos se advertía el largo brazo de la mafia. Y ambos casos llevarán a Montalbano al eje central de la novela: la resolución de un inexplicable crimen cometido durante la Segunda Guerra mundial. En una cueva natural, Montalbano encontrará dos cadáveres: una muchacha y un muchacho desnudos y abrazados, cada uno con un tiro en la cabeza. Junto a los cuerpos hay una tinaja y un perro de terracota. Esa pareja está allí desde el año 1944. Medio siglo después del crimen, el comisario Montalbano esclarecerá por qué y cómo se cometió. Finalmente, todo va a tener una diabólica coherencia. La sorpresa, como es habitual en los textos policiales, se producirá en las últimas páginas. Andrea Camilleri sabe de qué modo producir esa sorpresa y de qué manera conducir al lector hasta las páginas finales. Sólo se trata de seguir los pasos de Salvo Montalbano, un comisario que con idéntica pasión se enfrenta a las balas mafiosas y a las mujeres bellas y aún le sobra tiempo para saborear algunos platos exquisitos y leer a Vázquez Montalbán, a Faulkner y a Borges. Un genuino duro allitaliana.

Traduzione dell'articolo apparso sul quotidiano di Buenos Aires 'Clarin'. Domenica 26 dicembre 1999

EL PERRO DE TERRACOTA Di Vicente Battista

Nei romanzi polizieschi gli eroi, di solito, non sono i poliziotti. Se escludiamo la Francia, con il suo infallibile Maigret, negli altri paesi gli eroi emblematici sono i detectives privati. L'inghilterra si fa vanto del suo Sherlock Holmes, gli Stati Uniti di una lunga lista di investigatori (Sam Spade, Marlowe, Archer), la Spagna di un detective di recente data, Pepe Carvhalo. E l'Italia, che fino a poco tempo fa contava su Duca Lamberti, medico passato alla professione d'investigatore privato, oggi si arricchisce con Salvo Montalbano, il commissario che vive e lavora nell'immaginario paesino di Vigàta, sulla costa siciliana.
E siciliano è pure il creatore di Montalbano, nato in provincia di Agrigento 74 anni fa. In precedenza ha lavorato come sceneggiatore di una serie televisiva per la RAI sul commissario Maigret. Non stupisce quindi se in Montalbano si riscontrano similitudini col collega francese. Di umore instabile come il personaggio di Simenon, come lui ha intuizioni di straordinaria lucidità, che lo portano a cogliere il nodo del conflitto e a risolvere il caso in un batter d'occhio.
Camilleri non nasconde inoltre la sua ammirazione per Manuel Vàzquez Montalbàn. Montalbano è il cognome del poliziotto siciliano che, oltretutto, è un entusiasta lettore delle avventure di Pepe Carvhalo. Come lui, Montalbano è aspro nei giudizi e raffinato nella scelta dei cibi. Queste affinità non gli tolgono alcun merito, anzi. Da esse infatti Camilleri ha saputo dare caratteristiche proprie al suo personaggio, che dalla lontana Sicilia si è trasformato in un eroe popolare ormai in tutta l'Italia.
A Montalbano non piace il chiasso intorno a sé, anche se fatalmente ogni caso che gli viene affidato diventa subito un fatto eclatante. Il Cane di terracotta ne è un classico esempio. Tutto ha inizio quando Gegè Gullotta, commerciante in droghe e organizzatore di bordelli, trasmette un insolito messaggio a Montalbano: il capo della mafia locale Gaetano Bennici, detto Tano il Greco, chiede un incontro segreto con il commissario. Anche il motivo appare insolito: Tano il Greco chiede di essere arrestato per salvarsi la vita.
Anche se la commedia dell'arresto viene portata a termine con successo, Tano non potrà comunque sottrarsi alla condanna mafiosa. Dopo la sua morte si scatenano una serie di fatti criminosi. C'è un assalto a un supermercato per rubare merce imballata in certi cartoni, che ricompariranno in seguito in una strada cittadina. Subito dopo il Cavalier Misuraca, fascista di prima leva, muore in uno strano incidente.
Questi fatti apparentemente possono sembrare scollegati tra loro, ma Montalbano riuscirà a trovare il legame che li accomuna. Il furto al supermercato non è stato una semplice rapina, ma una copertura per mascherare un traffico d'armi, e nei due casi si avverte la lunga mano della mafia.
Essi condurranno Montalbano al nodo centrale del romanzo: la risoluzione di un crimine commesso durante la seconda guerra mondiale. In una grotta naturale il commissario scopre due cadaveri: un ragazzo e una ragazza nudi e abbracciati, con un colpo d'arma da fuoco in testa; vicino ai corpi una giara e un cane di terracotta.
I giovani si trovano lì dal 1944. Quasi mezzo secolo dopo, il commissario Montalbano farà luce sulla vicenda. Alla fine tutto sembra avere una diabolica coerenza. Da questo momento non resta che seguire le varie mosse di Montalbano, un commissario che, con la passione di sempre, affronterà le pallottole della mafia e le belle donne, trovando anche il tempo di gustarsi squisiti piatti e leggere - perché no?- Manuel Vàzquez Montalbano, Faulkner e Borges. Un vero duro all'italiana.

Traduzione di Anna Porro





Last modified Saturday, July, 16, 2011